miércoles, 11 de mayo de 2016

Cuaderno de Nueva York, de José Hierro

Después de miles, de millones de años,
mucho después
de que los dinosaurios se extinguieran,
llegaba a este lugar.
Lo acompañaban otros como él,
erguidos como él
(como él, probablemente, algo encorvados).

«Nueva York —afirma José Hierro— es un balcón al que asomarse para hablar de los temas de siempre: el amor, la muerte, las moscas, y para escuchar cómo canta Miguel de Molina. En mi libro salen Quevedo y Schubert, que nunca estuvieron en Nueva York. Creo que no sale nadie, de hecho, que pasara por allí... Bueno, sí, Wharhol y algún otro, pero es igual». Con su maestría habitual, José Hierro —un poeta de los que se entiende— establece en este libro un diálogo múltiple con la gran ciudad, en que tiempo y espacio entrelazan sus coordenadas. En sus poemas aparecen así figuras tan diversas como Beethoven y Gershwin, Alma Mahler y Ezra Pound, Miguel de Molina y Franz Schubert o Gloria Fuertes y Lope de Vega.

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